Un jefe de CCOO se prestó 36.500 euros en efectivo de la caja



Miguel Rosa, ex secretario general de una federación madrileña, disfrutó de un crédito personal de 32.000 euros del sindicato y luego fue cogiendo de la caja pequeños préstamos.

Miguel Rosa (en el centro), con otro de los dirigentes de la gestora de la federación


Miguel Rosa Fernández, alias 'Chomin', ex secretario general de la ya extinta Federación madrileña de Construcción, Madera y Afines de CCOO (Fecoma), utilizó la caja de su sindicato para hacerse préstamos en efectivo: 36.500 euros entre los años 2010 y 2014, según la documentación a la que ha tenido acceso El Confidencial. Y eso que el convenio colectivo de CCOO, firmado en julio de 2010, solo permite créditos de hasta 1.800 euros a los trabajadores del sindicato. Rosa, que primero fue secretario de Organización de Fecoma nacional y luego secretario general en Madrid, controlaba esos años con total libertad la caja de su federación.

Además, tenía un sueldo mensual neto de 2.600 euros y disfrutaba de una tarjeta bancaria para sus gastos sindicales. Hoy es coordinador de salud laboral de la gestora que dirige la Federación de Construcción y Servicios de Madrid (que absorbió Fecoma) y vicepresidente de la Fundación Laboral de la Construcción. La radiografía financiera de Miguel Rosa es confusa y privilegiada. Según la contabilidad de Fecoma, en 2013 existía ya una cuenta bautizada como "préstamo reintegrable Miguel Rosa" que tenía una deuda de 29.000 euros. Deuda que creció ese 2013 (en que Rosa fue elegido secretario general de Fecoma Madrid) cuando el propio Rosa sacó 2.800 euros más de la caja que él mismo controlaba: 1.000 euros el 19 de abril de 2013, 800 euros el 18 de julio y 1.000 euros el 18 de octubre.

Lo más llamativo, e irregular, según los expertos en contabilidad consultados, es que Rosa iba devolviendo poco a poco el dinero que sacaba de la caja con facturas de sus propios gastos sindicales. Por ejemplo, en 2013 se gastó 1.630 euros en consumiciones y aparcamientos (en teoría, por su función sindical) y pasó esos gastos para que se los descontaran de la deuda. Cerró por tanto 2013 con un debe de 30.169 euros. En 2014 volvió a sacar de la caja 1.700 euros el 28 de marzo, y volvió a entregar facturas por valor de 665 euros para que se los restaran del préstamo que debía, entre ellas una factura de 296 euros con el concepto "reparación vehículo M. Rosa".

En mayo de ese año se tiene que cerrar la contabilidad de Fecoma, ya que la federación se fusionó con la de Actividades Diversas-Servicios Privados, dando lugar a la de Construcción y Servicios que existe hoy. Había que regular la caja. El 25 de abril, Rosa hizo un ingreso de 15.000 euros para saldar parte de su deuda, pero aún faltaban 15.665 euros. Fecoma tuvo que hacer un cierre provisional contra la cuenta de préstamos personales de Miguel Rosa Fernández, y notificó las irregularidades a dos responsables de la federación nacional, que poco después fueron relevados de sus cargos.

Rosa (segundo por la derecha) con varios compañeros. Entre ellos, Vicente Sánchez (en el centro con polo blanco), actual secretario general de la Federación de Construcciones y Servicios.


Es decir, que Rosa Fernández, como máximo responsable de Fecoma y gestor de la caja, se hacía autopréstamos con dinero del sindicato y sin justificar. Como si se tratara de la ventanilla de un banco. Los anticipos de nómina están regulados. Pero este no era el caso. La Agencia Tributaria no permite este tipo de sobresueldos obtenidos directamente de una caja con dinero en efectivo que empresas, administraciones y sindicatos suelen tener para sus pequeños gastos del día a día. Los préstamos a los trabajadores también están regulados, pero se debe fijar un plazo de devolución. Si este supera los seis meses, hay que aplicar unos intereses.

Es más, el convenio colectivo que CCOO firmó en julio de 2010, y que se aplica a todo el personal asalariado, establece en su artículo 9 que "la cantidad máxima en concepto de préstamo que podrá solicitar cada trabajador será de 1.800 euros y el plazo de amortización no podrá ser superior a los 20 meses". Ese convenio no se aplica "a todas aquellas personas que son dirigentes del sindicato, es decir, elegidos por el Congreso, Consejo Confederal o Comisión Ejecutiva Confederal, y que, por tanto, están sujetos a la temporalidad y revocabilidad propia de los cargos electivos. Estas personas que, en ocasiones, pueden percibir una retribución económica como compensación por su dedicación exclusiva a las tareas del sindicato, no mantienen una relación laboral".
Rosa era (y es) dirigente del sindicato. De hecho, no estaba liberado por una empresa, sino que su sueldo lo pagaba directamente CCOO. En su nómina aparecía la categoría de "sindicalista". Este diario ha consultado los estatutos de la Confederación Sindical, y no recogen la posibilidad de conceder préstamos a cargos directivos con fondos del sindicato. El reglamento disciplinario de CCOO califica como faltas muy graves "los comportamientos que busquen un enriquecimiento injusto en detrimento de los derechos de los trabajadores y trabajadoras o del sindicato".

El secretario de Comunicación de CCOO, Fernando Lezcano, asegura que el 6 de octubre de 2010 el sindicato le prestó 32.000 euros a Rosa, un "crédito regulado por convenio". Y que Rosa devolvió 15.000 euros el 25 de abril de 2014 (como refleja la contabilidad) y otros 16.000 euros el 23 de junio de 2015. También señala que el descuadre de la caja de Fecoma motivó una investigación interna y en abril de 2016 se concluyó por los responsables de contabilidad que "los descuadres no eran atribuibles a Miguel Rosa. También hemos pasado auditorías externas que no han detectado ninguna irregularidad".

Según CCOO, Miguel Rosa no debe nada ya al sindicato, aunque no ha matizado qué norma o reglamento interno permite conceder préstamos sin interés ni plazos de devolución por importe de 32.000 euros cuando a los trabajadores del sindicato se les limita la cantidad a prestar en 1.800 y se marca claramente una obligación de restituirlo por mensualidades. Si se le prestaron 32.000 euros en octubre de 2010, la contabilidad interna de la caja de Fecoma revela que en enero de 2013 (dos años y dos meses después) aún debía 29.000 euros. ¿Qué plazo de devolución se había fijado para su préstamo?, ¿se fijaron intereses? Además, Rosa se fue prestando posteriormente más dinero en efectivo de la caja. ¿Quién lo autorizó?

Se desconoce para qué usó Rosa el préstamo del sindicato. La verdad es que en aquellas fecha no estaba mal retribuido. Su nómina en 2014 era de 2.600 euros netos al mes, salario que mantiene actualmente. Además, la contabilidad también revela que, como secretario general de Fecoma, Miguel Rosa también disponía de una tarjeta del sindicato en principio para sus gastos sindicales. Con esa Visa se gastó 8.035 euros en 2013 y 6.135 euros en 2014. En total, 14.170 euros. Como ya publicó El Confidencial, otros responsables de la actual federación de Rosa también disfrutan de tarjeta del sindicato.

En la tarjeta de Rosa, por ejemplo, figuran varios gastos en restaurantes: 301 euros en El Rábano, 900 y 930 euros en El Labriego, cinco pagos de 339, 226, 311, 189 y 138 euros en El Barril, 412 euros en El Urogallo, 550 euros en Zerain... Aparte de bastantes facturas de aparcamiento y combustible. Rosa es hoy uno de los dirigentes de la gestora que dirige la federación madrileña de Construcciones y Servicios, después de que algunas dimisiones dinamitaran el equipo directivo que había sido elegido meses antes por los militantes de la federación, que aglutina varios sectores: edificación, canteras, cemento, cerámica, jardinería, madera, limpieza de edificios, saneamiento urbano, seguridad privada...




Ni si quiera me he ido a la cama todavía...


"Ni siquiera me he ido a la cama todavía y no puedo esperar para volver del trabajo a casa mañana"


Grupo ADELA autodefensa laboral


Las reuniones para este mes del sindicato de barrio #Adela Autodefensa Laboral serán el 14 y 28 de noviembre. Como siempre a las 20:00 en EKO Carabanchel (C/Ánade 10)



El que reparte se lleva la peor parte



El trabajo es algo tan funesto






He hecho cosas horribles por dinero


La violencia cotidiana


Si fuera tu novio, tus amigos te dirían: “Déjalo, lo que te hace es maltrato”. La familia te diría: “Déjalo, lo que te hace es maltrato”. 

Una trabajadora de Amazon, durante la huelga en el mes de marzo de 2018 

Qué cosas... Estabas tan contenta cuando empezó todo… El primer mes llevabas tu alegría en silencio, pero en cuanto aquello se formalizó empezaste a contárselo a todo el mundo: a tu familia, a tus amigos… Te despertabas por la mañana con cierta alegría, con cierto propósito. Y ahora... Ahora ¿qué? ¿Cuánto tiempo hace que no ves a tus amigos? No es porque no quieras, es que no tienes tiempo. Es que se lo dedicas absolutamente todo y, claro, cuando llegas a casa, estás tan cansada… Solo quieres dormir y silencio, y no pensar, pero tienes que preparar la colada, la cena, la ropa del día siguiente… Es importante que parezcas perfecta, canónicamente perfecta, que cada día te tapes las ojeras, agarres el bolso, te pongas en pie... Hace días que no duermes bien. Estás nerviosa, ¿verdad? Procuras no emitir opiniones, no molestarle con tus problemas personales, nunca llevarle la contraria, por estúpido que sea su punto de vista... Te has dado cuenta de hasta qué punto miras el lenguaje, hasta tu voz toma una modulación distinta, más suave, más sumisa. Es porque tienes miedo.

Nunca sabes qué puede pasar. Has aprendido a leer su humor en sus andares, en un leve movimiento de ceja, en el tono de su voz y hasta en la forma en la que escribe un mensaje. Es magia. Orbitas a su alrededor tratando de adivinar cómo está para saber si es o no el momento exacto de decirle algo. Mides cada suceso que tienes que comunicarle, no vaya a ser que le estés molestando por tonterías o se te haya pasado algo importante. Si hay que transmitir algo grave, notas cómo la ansiedad se te sube al cuello y la voz se te entrecorta. Ya no sabes hablar en público sin sentirte nerviosa, así que cada vez que vais juntos a una comida, a una cena, a una reunión, te limitas a sentarte a su lado, callar y tratar de sonreír y reafirmarle sin decir frases largas. Y, como cada día hablas menos, te sientes idiota. Te estás convenciendo de que eres idiota. O te está convenciendo de que eres idiota, da lo mismo. 

Lo cierto es que no tienes nada a lo que agarrarte. Lo necesitas, pero él no a ti. Tú eres intercambiable y, a juzgar por las opiniones que manifiesta, para él sería lo más deseable. Siempre existe la amenaza de un conflicto, el chantaje con un ruptura abrupta. Y entonces ¿qué? ¿Tendrías que dejar tu casa? ¿Hacer la maleta en una noche y volver a casa de tus padres? ¿Puedes, a tu edad, volver a casa de tus padres?

Cada día te pide más, más atención, más horas. El correo electrónico, el WhatsApp, las llamadas… Cada sonido que emite tu teléfono móvil ha acabado generándote ansiedad. No te trata bien, lo sabes, nunca tiene un gesto amable, no duda en humillarte en público, a voces, por cualquier despiste, por el más mínimo error, incluso cuando tú te ocupas de resolverlo, porque siempre te ocupas tú de resolverlo, sea tuyo el error o no. Es incapaz de alabar algo que hayas hecho por difícil que sea, por trabajo que te haya costado, por horas que te haya robado.

Llevas varios años con él y aún no estás segura de que esto vaya en serio, sabes que, en cualquier momento, podría desecharte, cambiarte por otra más joven, más alegre, que pida menos, mejor... No son imaginaciones tuyas. Lo sabes porque te lo dice. Sin pudor ni consideración. Te lo dice mientras critica tu ropa, mientras te dice que has engordado, que deberías “pintarte el ojo” o ponerte un tacón. Mientras se apropia de tu esfuerzo.

No sabes por qué aguantas. Lo necesitas. Enfermizamente, lo necesitas. Pero te hace sentir como una mierda. Estás deprimida, angustiada, estresada. Irías al psicólogo si tuvieras tiempo, pero al final aceptas una colección de pastillas para acostarte y levantarte. Echas de menos a tus amigos. Echas de menos a tu familia. Pero ahora estás ahí, sola. Y no sabes qué hacer. No es para tanto —te engañas a veces—. Soy yo, que soy una exagerada, que no aguanto nada. Es que soy una inmadura. Debería crecer y aprender a no darle importancia a estas tonterías. Lo que pasa es que algo falla en mí. Tiene razón. Últimamente estoy tan torpe... No hago nada bien. Hoy mismo rompí la cafetera del trabajo. Y el otro día traspapelé un informe… Es que no me concentro. Solo tengo ganas de llorar. Qué estupidez. El otro día me dieron ganas de llorar en la oficina y él me dijo :“¿A ti qué coño te pasa? ¿Estás con la regla?”. Está claro que tengo un problema… Y él lo sabe o se lo imagina, y está empezando a darse cuenta de todos mis defectos. Si tuvieras tiempo para ir al médico, y el médico de cabecera tuviese más de cinco minutos para atenderte y un poco de empatía para escucharte, y tuviese la decencia de enviarte a un psicólogo, tal vez este te explicaría que es normal, en tu situación, en cualquier situación de abuso, aunque sea verbal. Que, tras varios años de exposición a un maltrato, que no necesariamente te va a matar por lo cruel, sino por lo continuado, por lo constante, es habitual sufrir estrés, tener baja autoestima, pensamientos negativos, una ansiedad que no te deja vocalizar y que te distrae y te impide ponerle atención a la cafetera mientras estás agobiada porque tienes que preparar un cuadrante y te acaban de insultar por enésima vez. Y te diría que no es culpa tuya, que no tiene que ver contigo, que tiene que ver con él, que él es el problema, que su actitud es la enfermedad y que, si no tuviera ese poder sobre ti, seguramente lo habrías largado y te sentirías la mujer más afortunada del mundo.

Si fuera tu novio, tus amigos te dirían: “Déjalo, lo que te hace es maltrato”. La familia te diría: “Déjalo, lo que te hace es maltrato”. Pero, como no es tu novio, como es tu jefe, como es tu empresa, tu madre te dice: “Aguanta un poco más, a ver si te hacen fija”. Tu padre te dice: “A ver si creces”. Los amigos te dicen: “Así es la vida, yo estoy igual”. Y así vamos, de a poquitos, normalizando la violencia cotidiana, siempre y cuando esté legitimada por una cotización a la Seguridad Social y por un salario mínimo interprofesional. Pero el maltrato laboral también es maltrato.

https://www.elsaltodiario.com/opinion/la-violencia-cotidiana?fbclid=IwAR0adTWEtVK_ioO5yPIS7OmbZk0jxo3tzUL_qPQ9dYzQi4PPRuA768N7188


Condiciones de trabajo de las personas privadas de libertad


Nada o casi nada se conoce sobre el trabajo en prisiones realizado por personas encarceladas y sus condiciones reales.



Por otra parte, en la relación laboral penitenciaria se entremezclan de forma muy confusa la Administración Penitenciaria (Junta de Tratamiento que adjudicará el puesto de trabajo y director que extinguirá la relación laboral) y una entidad denominada TPFE (Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo) que cumple las funciones de empleadora. 

Esta relación entremezclada de ambos organismos provocará dificultades diversas, entre ellas la determinación de cuál es el Juzgado que debe controlar las decisiones e incluso la legislación de aplicación. 

Entre los asuntos más sorprendentes del trabajo en prisiones se puede destacar que 12.000 empleadas públicas -ya que así se puede catalogar a las personas presas que trabajan para una entidad pública TPFE- cobren sueldos siempre inferiores a la mitad del salario mínimo interprofesional y, en ocasiones, según afirman estas personas, por debajo del euro/hora. Por otra parte, también llama la atención que no exista ningún tipo de baremo para acceder a los puestos de trabajo y que los despidos (el término correcto es ceses, ya que la figura del despido no existe como tal) se realicen de forma habitual sin ningún tipo de motivación o sin justificación. Y aún más preocupante es que muchas personas encarceladas puedan perder el denominado "paro taleguero" (subsidio por excarcelación) por el hecho de haber trabajado dentro de prisión, de modo que cobrarán la prestación por desempleo correspondiente a la cotización efectuada, que es una cuantía económica inferior al subsidio, por lo que económicamente se verán perjudicadas. 

La figura de la mujer también sufre aquí desigualdad, y resulta preocupante que la propia Administración Pública continúe discriminando a este colectivo, constatado en la modalidad de los puestos de trabajo adjudicados, menos cualificados y asociados a los puestos tradicionales, así como en cuanto al salario que perciben. 

En cuanto a la normativa de aplicación, el Tribunal Supremo ha mantenido de forma reiterada que no es de aplicación el Estatuto de los Trabajadores en materia de extinción laboral, salario mínimo o derecho a convenio colectivo. Hay que tener en cuenta, además, que no todas las relaciones laborales son iguales dentro del trabajo en prisiones. Existen actividades denominadas productivas que serán remuneradas y que supondrán una producción en régimen laboral, cooperativas o similares. Por otra parte, existen actividades no productivas que suponen incentivos para obtener permisos penitenciarios tales como formación profesional, formación académica, ocupaciones artesanales, intelectuales o artísticas.

Sin embargo, hay una grave controversia al respecto de la determinación de cuáles son las actividades productivas y cuáles son las no productivas. De hecho, nos debemos preguntar por qué las mismas funciones desarrolladas en los mismos horarios por personas privadas de libertad son consideradas como productivas en unos casos y como no productivas en otros. En algunos economatos a los dos primeros trabajadores privados de libertad se les considera trabajo productivo y perciben retribución y al tercero no, que lo hace gratuitamente; o en reparto y lavandería, en el que se retribuye en algunos casos sólo al primer trabajador y no a las dos siguientes. Esto contraviene claramente el artículo 14 de la Constitución Española. 

Hay que recordar que el PIT (Programa Individualizado de Tratamiento) de cada persona privada de libertad, de cuya copia muchas veces carecen éstas, se realiza unilateralmente por parte del centro penitenciario en la mayoría de las ocasiones, sin posibilidad por tanto de ser recurrido. Es mediante ese PIT, por tanto, que la Administración tiene en sus manos señalar a quien le plazca como beneficiario de un puesto de trabajo, ya que basta con introducir en su PIT dicha necesidad. 

La relación laboral se inicia, por tanto, con una mera adjudicación que se formalizará con la inscripción del trabajador o la trabajadora en el libro de matrícula. No se puede, por tanto, negociar la jornada, el horario o el salario. Las vacaciones serán teóricamente de 30 días naturales. Sin embargo, muchas personas que llevan años prestando servicios señalan que nunca han disfrutado de vacaciones. Dificulta su exigencia por parte de estas personas el hecho de que su importe esté prorrateado en el precio/hora, ya que en caso de disfrutarse no se le abonaría nada ese mes. Esto también es contrario al derecho internacional, que establece en el convenio 132 de la OIT que toda persona que tome vacaciones deberá percibir su remuneración normal o media. 

Cabe entonces preguntarse por tanto si es beneficioso o no para las personas encarceladas realizar trabajos en prisiones.

De una parte se considera una condición necesaria a la hora de reducir el tiempo de permanencia en el centro penitenciario. Sin embargo, la discrecionalidad de las administraciones a la hora de otorgar o no el puesto de trabajo remunerado, así como la ausencia de la figura del despido motivado, ponen a la persona encarcelada en una situación preocupante, obligada a realizar en muchas ocasiones horas extras que no le serán remuneradas, así como lo ya comentado en cuanto al perjuicio económico que supone trabajar en prisiones a la hora de percibir posteriormente el subsidio por excarcelación. Además, en la vida laboral del preso quedará constancia de que ha trabajado en prisiones mediante un código especial, cuestión que puede ser determinante a futuro cuando se encuentre en libertad a la hora de acceder a un puesto de trabajo. 

Llama también la atención los beneficios que pueden obtener empresas privadas en colaboración con organismos públicos, que tendrán que abonar salarios muy inferiores en estos casos y que, por tanto, obtendrán mayores márgenes de beneficios cuando utilicen esta modalidad de relación laboral.

Es necesario, por tanto, arrojar luz sobre esta cuestión que tantas veces ha sido silenciada. La Guía Práctica Sobre los Derechos Laborales de las Personas Presas, realizada por la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía ha sido un material valiosísimo a la hora de poder realizar el presente texto que tan sólo pretende ser un acercamiento a esta realidad.

Vivo con dos trabajos ¡Qué lujo!




Las cúpulas de CCOO y UGT vuelven a traicionar a la clase trabajadora


No habrá derogación de la reforma laboral: las cúpulas de CCOO y UGT vuelven a traicionar a la clase trabajadora



Seis años y medio después de la implantación de la reforma laboral nos encontramos en una situación aún más precaria que al principio de la crisis. Una situación que se ha enconado debido a la inacción de los sindicatos mayoritarios, que durante los años más duros de la crisis han sido incapaces de convertir sus palabras en defensa de los trabajadores en hechos.

La derogación de la reforma laboral ya no es innegociable. Así lo afirman los líderes sindicales de CCOO y UGT, que un mes después de alcanzar un acuerdo salarial ridículo con la patronal y el Gobierno – un 2% anual hasta el 2020 más un posible 1% adicional ligado a criterios como “productividad, resultados, absentismo injustificado y otros”-, han claudicado ante el nuevo ejecutivo, que ha pasado de ser un firme defensor de la derogación de la reforma laboral a afirmar que “no se dan las condiciones necesarias”.

Unai Sordo, Secretario General de CCOO, quien hace solo unos meses afirmaba que la máxima prioridad de su sindicato era la derogación total de la reforma laboral, ha cambiado su discurso hacia posturas más conservadoras, llegando a asegurar que ahora la prioridad es “modificar los aspectos esenciales de la reforma laboral de 2012 y de la reforma de las pensiones de 2013”. De derogación a modificación. Y con matices.

Por su parte, José María Álvarez, Secretario General de UGT, otro de los cómplices del Gobierno que aprobó la perversa reforma laboral, afirmaba hace unas semanas que de no haber acuerdo por su derogación habría movilizaciones. Ya en octubre, con decenas de nuevas protestas laborales en marcha, dicen que esperemos, que aún no es el momento. Esperen sentados, eso sí.

En definitiva, seis años y medio después de la implantación de la reforma laboral nos encontramos en una situación aún más precaria que al principio de la crisis. Una situación que se ha enconado debido a la inacción de los sindicatos mayoritarios, que durante los años más duros de la crisis han sido incapaces de convertir sus palabras en defensa de los trabajadores en hechos. ¿Cómo se explican si no que la última huelga general en nuestro país fuese en 2012?

La realidad es que CCOO y UGT han traicionado a la clase trabajadora. A día de hoy, echar a la calle a un trabajador cuesta cada vez menos dinero en España. La reforma laboral que el anterior Gobierno impulsó con su mayoría absoluta en 2012 y la intensificación de la precariedad han provocado un desplome del coste de las indemnizaciones por despido, que en solo seis años se han reducido a apenas una tercera parte de lo que suponían antes de esa medida. Un ejemplo: mientras que en 2011 el coste de las indemnizaciones por despido ascendía a 530, 37 euros por trabajador, en 2017 se redujo hasta los 197,87, un 63,1% menos.

Por si esto fuera poco, esa misma reforma laboral que ahora CCOO y UGT no quieren derogar redujo de 45 a 33 días las indemnizaciones por año trabajado, rebajando además de 42 a 24 el máximo de mensualidades que podría recibir el despedido. La destrucción de empleo y la multiplicación de los puestos eventuales gracias a los contratos basura hicieron el resto. La traición había sido consumada.

Ahora, cuando por fin se ha conseguido provocar un cambio en el Gobierno y su ejecutiva y ante la primera oportunidad en años de acabar con la infame reforma laboral, los sindicatos mayoritarios callan, pero su silencio les delata. A lo largo de estos años, CCOO y UGT han tenido la indecente habilidad de desmarcarse de todas las luchas obreras que han tenido lugar en el territorio español, limitándose a acudir a reuniones con el Gobierno y la patronal que no han servido para nada.

Mientras la clase trabajadora española sigue precarizada y explotada por las grandes multinacionales, CCOO y UGT, firmes defensores durante años de derogar la reforma laboral, guardan silencio y ponen sobre la mesa el maquillaje barato con el que camuflar la monstruosa herencia dejada por el gobierno anterior. No habrá derogación de la reforma laboral por ahora: los sindicatos han vuelto a traicionar a la clase trabajadora.


Jornadas autodefensa laboral





ANDA JALEO, JALEO
Os dejamos con algo grande que tendrá lugar aquí durante el próximo fin de semana Carabanchel celebra el fin de semana del 5, 6 y 7 de octubre sus primeras jornadas de Autodefensa Laboral (JALEO) organizadas por la Asamblea Popular de Carabanchel. Entre los actos que se celebrarán en el ESLA EKO contaremos con mesas redondas, talleres y proyecciones.

El barrio de Carabanchel acogerá los días 5, 6 y 7 de octubre JALEO, las primeras jornadas de Autodefensa Laboral organizadas por la Asamblea Popular de Carabanchel. A través de estas jornadas el grupo de Autodefensa Laboral pretende hacernos reflexionar sobre el panorama que se ha configurado tras la última reforma laboral, el protagonismo de las empresas de la autodenominada “nueva economía” y las posibilidades de organización que se nos presentan ante esta nueva configuración.

La intención es abarcar la problemática desde todas las perspectivas posibles, por lo que trataremos de acercarnos a ella de distintas formas. Comenzaremos el viernes a las 20:00 con la mesa redonda “Sindicalismo y territorio: nuevas formas de organización en la nueva economía” en la que se darán cita cuatro profesionales que estudian el tema desde distintos ángulos para debatir sobre las nuevas formas de explotación y las nuevas posibilidades y formas de lucha. Contaremos con Ekaitz Cancela, Genoveva López Morales, Esteban Hernández y Josefina Martínez.

Continuaremos con la doble sesión del sábado, a las 12:00 tendremos una charla-debate con las compañeras de SEDOAC, Servicio Doméstico Activo, una asociación de trabajadoras de servicio doméstico con una trayectoria de más de diez años en la lucha por un convenio digno que mejore las condiciones de las trabajadoras. Para este taller hemos elaborado una breve Guía de derechos para trabajadoras migrantes del servicio doméstico, ya que en la actividad práctica del grupo de Autodefensa Laboral nos hemos encontrado que una gran mayoría de los casos responden a este sector concreto de la población del barrio.

Por la tarde, a las 20:00, asistiremos al taller impartido por las compañeras de ADELA sobre despidos y cómo enfrentarse a ellos. Consistirá en una primera parte en la que solucionaremos las dudas más frecuentes sobre cómo comportarse en caso de despido y una segunda parte práctica en la que los participantes serán despedidos y deberán trazar una estrategia para enfrentar la situación. ¡Con formación se combate la indefensión!

Por último, el domingo tendremos una tarde de pelis para toda la familia, a las 17:00 proyectaremos ‘Hormigaz’ para que las más peques también puedan participar en este maratón de autodefensa laboral y a las 19:00 veremos ‘Odio en las entrañas’ para que las adultas podamos reflexionar sobre sindicalismo y acción directa.


El patriarcado del salario


Leer/descargar: Aquí

Y sin darte cuenta ...



La construcción inmobiliaria busca la sustitución de obreros por robots




El mundo inmobiliario quiere dejar de construir como hasta ahora. “La promoción residencial es uno de los pocos sectores que no se han transformado hasta ahora. El proceso no ha cambiado desde el neolítico. No tiene sentido seguir construyendo de una forma artesanal. Ese es el reto”, asegura David Martínez, consejero delegado de Aedas Homes. El objetivo es robotizar la forma de levantar los edificios. Un objetivo lejano todavía.


Así lo reflejaron ayer distintos directivos del sector en el encuentro Innovation @real estate organizado por la consultora EY. Diversas empresas han comenzado ya a producir módulos en fábricas, por ejemplo de cuarto de baños o cocinas, para viviendas, que posteriormente son instalados en las casas. Ahí entra la posibilidad de la robotización del trabajo de los operarios.

El consejero de Aedas explica que en la construcción cada vez hay mano de obra peor cualificada y que con la automatización de procesos habrá oficios que desaparezcan. “La idea es transformar un proceso secuencial, que acumula retrasos, en otros simultáneos, que se realicen en fábricas”, añade. Esta inmobiliaria ya ha comenzado a industrializar una pequeña parte de sus promociones. Esta transformación augurada por Martínez cree que también debe reducir el inestabilidad cíclica del negocio promotor, que conlleva hasta tres años desde que se compra el suelo hasta que se entregan las viviendas. “Si se reducen los plazos a la mitad, el riesgo será menor”, afirma.

all fast food workers deserve a raise and respect

All fast food workers deserve a raise and respect. When people demean us and our jobs, they're just making excuses for poverty and exploitation.



Vivo per fare esperienze



Jacques Ellul: “La ideología del trabajo”


Antes de toda investigación o reflexión sobre el trabajo en nuestra sociedad, es necesario ser conscientes de que todo está dominado por la ideología del trabajo. En la casi totalidad de las sociedades tradicionales, el trabajo no es considerado como un bien ni como la actividad principal. El valor inminente del trabajo aparece en el mundo occidental en el siglo XVII, en Inglaterra, en Holanda, y después en Francia. Este se desarrolla en estos tres países conforme progresa el crecimiento económico. ¿Cómo se explica, primero, la mutación mental y moral que consiste en pasar del trabajo de “pena o castigo o necesidad inevitable”, hacia el trabajo “valor y bien”? Se debe constatar que esta reinterpretación que termina en la ideología del trabajo se produce en el encuentro de cuatro hechos que van a modificar a la sociedad occidental. Primero el trabajo se vuelve cada vez más duro, con el desarrollo industrial, y aparentemente más inhumano. Las condiciones de trabajo empeoran considerablemente con el paso del artesanado e incluso de la manufactura (que era ya dura pero no inhumana) a la fábrica. Esta produce un tipo de trabajo nuevo, despiadado. Y como con la necesidad de la acumulación del capital, el salario es inferior al valor producido, el trabajo se vuelve más absorbente: este envuelve toda la vida del hombre. El obrero se encuentra al mismo tiempo obligado a hacer trabajar a su mujer y a sus hijos para poder sobrevivir. El trabajo es entonces al mismo tiempo más inhumano de lo que lo fue para los esclavos y más totalitario, no dejando lugar para ninguna otra actividad en la vida, ningún juego, ninguna independencia, ninguna vida en familia. Este aparece para los obreros como una suerte de fatalidad, de destino. Entonces fue indispensable compensar tal situación inhumana por una clase de ideología (que por otro lado aparece en este caso correspondiendo exactamente con la perspectiva de la ideología de Marx) que haría del trabajo una virtud, un bien, una adquisición, un ascenso o elevación. En el caso de que el trabajo todavía fuese interpretado como una maldición, esto habría sido radicalmente intolerable para el obrero.

No obstante, esta difusión del “Trabajo-bien” toma gran importancia en especial porque la sociedad de entonces abandonó sus valores tradicionales, lo que conforma el segundo factor. Por un lado, las clases dirigentes dejan de creer profundamente en el cristianismo, y por otro, los obreros, que son campesinos desterrados, se encuentran perdidos en la ciudad y ya sin ningún vínculo con sus antiguas creencias, la escala de valores tradicionales. Este hecho vuelve necesaria la rápida creación de una ideología de substitución, una red de valores en la cual integrarse. Para los burgueses, el valor será el fundamento de su fuerza, de su encumbramiento. El Trabajo (y secundariamente el Dinero). Para los obreros, acabamos de ver que es necesario proporcionarles una explicación de lo que es la explotación, o la valorización, o la justificación de su situación, y al mismo tiempo el suministro de una escala de valores susceptible de sustituir a la antigua. Así, la ideología del trabajo se produce y crece en el vacío dejado por las demás creencias y valores.

Pero existe un tercer factor: es admitido como valor lo que se ha convertido en la necesidad de crecimiento del sistema económico, esto es: visto como primordial. La economía toma su lugar fundamental en el pensamiento en los siglos XVII y XVIII. La actividad económica es creadora de valor (económico). Se convierte en el pensamiento de las élites, pero no solamente de la burguesía, sino del centro del desarrollo, de toda la civilización. Desde entonces, cómo no atribuirle un lugar esencial en la vida moral.

No obstante, el factor determinante de esta actividad económica, el más bello del hombre, es el trabajo. Todo se basa en un trabajo duro. No habiendo sido aún formulado claramente en el siglo XVIII, muchos ya entendían que el trabajo producía el valor económico. El pasaje de este valor al otro (moral o espiritual) ocurre rápidamente. Era imprescindible que esta actividad tan esencial materialmente fuera igualmente justificada moralmente y psicológicamente. Creador de valor económico, se emplea la misma palabra para expresar que es creador del valor moral y social.

Finalmente un último factor viene a asegurar esta supremacía. La ideología del trabajo aparece cuando hay una separación más grande y decisiva entre el que manda y el que obedece al interior de un mismo proceso de producción, entre el que explota y el que es explotado, correspondiendo a categorías radicales diferentes de trabajo. En el sistema tradicional, tenemos el que no trabaja y el que trabaja. Hay una diferencia entre el trabajador intelectual y el trabajador manual. Pero no hay oposición radical entre las tareas de organización o hasta de mando y las de ejecución: una iniciativa mayor era dejada al trabajador manual. En el siglo XVIII, el que organiza el trabajo y el que explota es también un trabajador (y ya no un no trabajador, como lo era el señor) y todos están dentro del circuito del trabajo, pero con la oposición total entre el ejecutante explotado y el dirigente explotador. Existen categorías totalmente diferentes del trabajo en el dominio económico.

Estos son, creo, los cuatro factores que conducen a la elaboración (espontánea, no maquiavélica) de la ideología del trabajo, que juega el rol de todas las ideologías: por una parte, la de disimular la situación real trasladándola a un campo ideal, atrayendo toda la atención hacia el ideal, el ennoblecido, el virtuoso y honrado, y por la otra, la de justificar esta misma situación tiñéndola de los colores del bien y del sentido. Esta ideología del trabajo ha penetrado por doquier, y domina todavía y en gran parte nuestras mentalidades.

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Los principales componentes de esta ideología: primero está la idea central, que se convierte en una evidencia: que el hombre está hecho para el trabajo. No hay otra posibilidad para vivir. La vida no puede ser llenada más que por el trabajo. Recuerdo una piedra sepulcral cuya única inscripción, bajo el nombre del difunto, era: “el trabajo fue su vida”. No había nada más que decir sobre toda una vida de hombre. Y al mismo tiempo, en la primera mitad del siglo XIX, aparecía la idea de que el hombre se diferenciaba de los animales, se convertía realmente en hombre, porque desde sus orígenes había trabajado. El trabajo había hecho al hombre. La distancia entre el primate y el hombre fue marcada por el trabajo. Y, de forma significativa, mientras que en siglo XVIII se le llamaba generalmente al hombre prehistórico “homo sapiens”, a principios del siglo XIX el que va a prevalecer será el “homo faber”: el hombre que hace o fabrica útiles de trabajo (yo sé que, por supuesto, eso estaba relacionado con descubrimientos efectivos de útiles prehistóricos, pero ese cambio de acentuación es esclarecedor). Al igual que en los orígenes del hombre está el trabajo, es este el único que puede dar un sentido a la vida. Esta no tiene sentido en sí: el hombre se lo aporta, por sus obras y la realización de su persona en el trabajo, que en sí mismo no necesita ser justificado, legitimado: el trabajo tiene su sentido en sí mismo, comporta su recompensa, a la vez por la satisfacción moral del “deber cumplido”, y por los beneficios materiales que cada quien retira de su trabajo. Porta en sí su recompensa, y además una recompensa complementaria (dinero, reputación, justificación). Labor improbus omnia vincit (trad.; ‘El trabajo agotador todo lo vence’). Esta divisa se convierte en la más importante del siglo XIX. Porque el trabajo es el padre de todas las virtudes, como la ociosidad es la madre de todos los vicios. Los textos de Voltaire, uno de los creadores de la ideología del trabajo, son en efecto esclarecedores sobre el tema: “El trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad” o aun “Fuercen a los hombres a trabajar y los transformaran en gente honesta”.

    “La naturaleza es inagotable; y el trabajo infatigable es un dios que la rejuvenece” ~ François-Marie Arouet, conocido como Voltaire.

Y no es extraño que sea justamente Voltaire el que pone en primer orden el valor del trabajo, ya que este se convierte en valor justificador. Se pueden cometer muchas faltas de todo tipo, pero si se es un firme trabajador se es perdonado. Un paso más y llegamos a la afirmación, nada moderna, de que “El trabajo es la libertad”. Esta fórmula se refleja hoy por un tono trágico, porque nos recuerda la formula en la entrada de los Campos Hitlerianos: “Arbeit macht frei” (“el trabajo libera”). Pero en el siglo XIX era explicado solemnemente que, en efecto, solo el trabajador es libre, por oposición al nómada que depende de las circunstancias, y al mendigo que depende de la buena voluntad de los demás. El trabajador, él, cada cual lo sabe, no depende de nadie. ¡Sólo de su trabajo! De esta forma, la esclavitud del trabajo es transformada en garantía de Libertad.

Y de esta moral encontramos dos aplicaciones más modernas: la Occidental se dio cuenta de su capacidad de trabajar la justificación al mismo tiempo que la explicación de su superioridad con respecto a todos los pueblos del mundo. Los africanos eran perezosos. Era un deber moral enseñarles a trabajar, y era una legitimación de la conquista. No se podía entrar en la perspectiva del cese al trabajo cuando se tiene lo suficiente para comer dos o tres días. Los conflictos entre patrones occidentales y obreros árabes y africanos entre 1900 y 1940 fueron innumerables por este motivo. Pero, extraordinariamente, esta valorización del hombre por el trabajo fue adoptada por movimientos feministas. El hombre mantuvo a la mujer en la inferioridad, porque solo él efectuaba el trabajo socialmente reconocido. La mujer sólo es reconocida hoy si trabaja: teniendo en cuenta que el mantenimiento del hogar y criar a los hijos no es trabajo, ya que no es trabajo productivo y no reporta dinero. Por ejemplo G. Halimi dice que “La gran injusticia es que la mujer ha sido excluida de la vida profesional por el hombre”. Es esta exclusión la que impide a la mujer de poder acceder a la humanidad completa. Esto hace que también se la considere como el último pueblo colonizado. Dicho de otra forma, el trabajo, en la sociedad industrial, es la fuente del valor, que se vuelve en el origen de toda realidad, se encuentra transformado, gracias a la ideología, en una surrealidad, invertida en un sentido último a partir del cual toda vida toma su sentido. De esta forma el trabajo es identificado a toda la moral y toma el lugar de todos los demás valores. El trabajo es portador de futuro. Ya sea que se trate del futuro individual o de la colectividad, este se funda en la efectividad y la generalidad del trabajo. Y en la escuela se le enseña al niño, primero y antes que nada, el valor sagrado del trabajo. Es la base (con la patria) del aprendizaje primario alrededor de 1860 a 1940. Esta ideología va a penetrar totalmente en todas las generaciones.

Esto conduce a dos consecuencias muy manifiestas, entre otras. Primero somos una sociedad que ha puesto progresivamente a todos a trabajar. El rentista, como antes el Noble o el Monje, ambos ociosos, se convierten en personajes innoble a fines del siglo XIX. Solamente el trabajador es digno del nombre de hombre. Y en la escuela los niños son puestos a trabajar, como nunca habían trabajado en ninguna otra civilización (no hablo del atroz trabajo industrial o minero de los niños del siglo XIX, que fue fortuito y vinculado ya no al valor del trabajo sino al sistema capitalista). Y la otra consecuencia actualmente remarcable: no vemos lo que sería la vida de un hombre que no trabaja. El desempleado, aunque recibía una indemnización suficiente, queda desequilibrado y como deshonrado por la ausencia de actividad social retribuida. Un tiempo libre demasiado prolongado es perturbador, y esta completado por una mala conciencia. Y todavía se debe pensar a los numerosos “dramas de la jubilación”. El jubilado se siente frustrado del fundamental. Su vida no tiene más productividad, legitimación: no sirve para nada. Es un sentimiento muy propagado que proviene únicamente del hecho que la ideología convenció al hombre de que la única utilización normal de la vida era el trabajo.

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Esta ideología del trabajo presenta un especial y particular interés en la medida de ser un ejemplo perfecto de la idea (que no se debe generalizar) de que ‘la ideología dominante es la ideología de la clase dominante’. O aun que ‘esta impone su propia ideología a la clase dominada’. Y es en efecto, la ideología del trabajo junto con la expansión de la industria, una creación integral de la clase burguesa. Esta reemplaza toda moral por la moral del trabajo. Pero esto no es para engañar a los obreros, tampoco para hacerlos trabajar. Ya que la burguesía también cree en ello. Es ella quien, por sí misma, pone al trabajo por encima de todo. Las primeras generaciones burguesas (los capitanes de industria por ejemplo) están conformadas de hombres obsesionados por el trabajo; trabajaban más que todos. No se elabora tal moral para contradecir a los demás, sino como justificación de lo que uno mismo hacía. La burguesía no creía más en los valores religiosos de lo que creía en las morales tradicionales: esta reemplaza el todo por la ideología que legitima a la vez lo que ella hace, su estilo de vida, y el sistema en sí mismo que, ella, la burguesía, organiza e instala. Pero claro, ya dijimos que como toda ideología, esta sirve también para disimular, esconder la condición del proletariado (si trabaja, ¡no es por obligación u subyugación sino por virtud!). No obstante, es cautivador el constatar que esta ideología producto de la burguesía se convierte en la ideología profundamente arraigada y esencial de la clase obrera y de sus pensadores. Como la mayoría de los socialistas, Marx cae en la trampa de esta ideología. Aquel tan lucido para con la crítica del pensamiento burgués, entra de lleno en la ideología del trabajo. Los textos abundan: “La historia del mundo no es más que la creación del hombre por el trabajo. El trabajo ha creado al propio hombre” (Engels).

Y aquí tenemos bellos textos del mismo Marx:

En tu uso de mi producto, directamente gozaré de la conciencia de haber satisfecho una necesidad humana y objetivado la esencia del hombre, de haber sido para ti el medio plazo entre tú y el género humano, de ser pues conocido y sentido por ti como un complemento de tu propio ser y una parte necesaria de ti mismo. De saberme confirmado tanto en tu pensamiento como en tu amor, de haber creado, en la manifestación individual de mi vida, la manifestación de tu vida, de haber pues confirmado y realizado directamente en mi trabajo… la esencia humana, mi esencia social.

Por eso es precisamente en la elaboración por su trabajo el mundo de los objetos en donde el hombre se afirma realmente como un ser genérico. Esta producción es su vida activa. Mediante ella, la naturaleza aparece como su obra y su realidad. Es por eso que el objeto del trabajo es la objetivación de la vida genérica del hombre, pues este se desdobla no solo intelectualmente, como idealmente en la conciencia, sino activa y realmente, y se contempla a si mismo en un mundo creado por el por medio de su trabajo.

Y uno de los despiadados ataques de Marx contra el capitalismo trata justamente sobre este punto: “el capitalismo ha degradado el trabajo humano, hace de él un envilecimiento, una alienación”. El trabajo en ese mundo no es ya el trabajo. (¡Pero olvidaba que fue precisamente ese mundo quien había fabricado la noble imagen del trabajo!). “El capitalismo debe ser condenado entre otras cosas, para que el trabajo pueda encontrar su nobleza y valor”. Por otro lado, Marx atacaba simultáneamente sobre este punto a los anarquistas, los únicos en dudar de la ideología del trabajo. En fin: “Por esencia el trabajo es la manifestación de la personalidad del hombre. El objeto producido expresa la individualidad del hombre, su extensión objetiva y tangible. Es el medio directo de subsistencia, y la confirmación de su existencia individual”. De esta forma Marx interpreta todo gracias al trabajo, y su célebre demostración de que solo el trabajo es creador de valor se basa sobre esta ideología burguesa (agregando, fueron economistas burgueses quienes, antes de Marx, habían hecho del trabajo el origen del valor).

Pero no serán solo los pensadores socialistas quienes entrarán en esta perspectiva, los mismos obreros,  y los sindicatos también. Durante todo el final del siglo XIX, se asiste a una progresión de la palabra “Trabajadores”. Solo los trabajadores están justificados y tienen el derecho a ser honorados, en oposición a los ociosos y a los rentistas que son viles por naturaleza. Y todavía, por trabajador se comprende solamente al trabajador manual. Alrededor de 1900, tendrán lugar rudos debates en los sindicatos para saber si se les puede acordar a: los funcionarios, intelectuales, empleados, el noble título de trabajador. Igualmente en los sindicatos, entre 1880-1914, se repite sin fin que el trabajo ennoblece el hombre, que un buen sindicalista debe ser un mejor obrero que los otros; se propaga el ideal del trabajo bien hecho etc… Y finalmente todavía en los sindicatos, es exigido antes de cualquier otra cosa, justicia en la repartición de los productos del trabajo, o la atribución del poder para los trabajadores. Así podemos decir que de forma muy general, que los sindicatos y socialistas contribuyeron a la difusión  de esta ideología del trabajo y en su fortificación, ¡lo que por cierto es bien comprendido!

(Fuente: “La ideología del trabajo” –“L’Ideologie du travail”- , Jacques Ellul)

https://www.culturamas.es/blog/2017/06/15/jacques-ellul-la-ideologia-del-trabajo/#.W6OMBs1-bpI.twitter

La mitad de los trabajadores sufren una mala salud mental en el trabajo


Los problemas mentales sufridos en el lugar de trabajo hacen que 300.000 personas pierdan su puesto cada año.

Seguro que conoces a alguien que tiene o ha tenido conflictos en el trabajo que le han trastocado la estabilidad mental, si no lo has sufrido en tus propias carnes.



Pues bien, una investigación de Mind -organización benéfica de salud mental en el Reino Unido- ha confirmado que la mitad de las personas ha experimentado un problema de salud mental en su trabajo actual. En la encuesta han participado 44.000 trabajadores, y solo la mitad de los que habían tenido problemas de salud mental habían hablado con su jefe al respecto.

Para intentar dar una solución al problema en la sociedad británica, el Príncipe William se ha puesto en contacto con varias organizaciones dedicadas a la salud mental para lanzar un recurso gratuito destinado a mejorar el bienestar del personal.


Hace falta un movimiento rápido, ya que hasta 300.000 personas pierden su trabajo cada año debido a un problema de salud mental. Mind también informa de que 1 de cada 3 empresarios no sabe dónde buscar información y orientación para sus empleados, y que solo el 2% de las personas estaba preparada para hablar con recursos humanos sobre la salud mental.




De hecho, solo el 16% de los empleadores del Reino Unido tiene actualmente una estrategia definida de salud mental, aunque el 37% planea introducir uno en el próximo año y otro 26% para 2020.





Lo más importante es que los empleados noten el apoyo de sus jefes en este asunto, ya que se sienten más seguros si se preocupan por el bienestar mental de sus compañeros.

https://www.playgroundmag.net/now/la-mitad-de-los-trabajadores-sufren-una-mala-salud-mental-en-el-trabajo_30635784.html

Esclavos del trabajo

Esclavos del trabajo, de Daria Bogdanska



Hoy llega a librerías "Esclavos del trabajo", primera obra de la autora polaca Daria Bogdanska en la que relata su propia experiencia como trabajadora explotada en Suecia, conformando una novela gráfica que muestra la lucha social y sindical y a la vez el diario íntimo de una veinteañera recién llegada a una ciudad nueva en condición de emigrante.

"Esclavos del trabajo" formó parte de la selección oficial del Festival de Cómic de Angoulême y fue finalista del premio Artemisia en 2018.


Se puede leer un avance aquí: http://astiberri.com/products/esclavos-del-trabajo

Work-life balance for business analysts



The limits of capitalism

The limits of capitalism: Challenging the fetishism of labour and money


'Y no me puedo quejar



'Y no me puedo quejar': así es la precariedad en España
La precariedad laboral en España es una alimaña que te devora las tripas.

Jacques Marchais - La Vie S'ecoule La Vie S'enfuit



Los esclavos del siglo XXI: presos que trabajan por 1 euro la hora.


Presos en huelga por “esclavitud” en EEUU: se niegan a trabajar por 1 dólar la hora, 30 horas a la semana.


Uno de cada cuatro prisioneros del planeta es norteamericano, el 60% de ellos trabaja para estos centros y en algunos estados del país los prisioneros no tienen opción (son trabajos forzados por el sistema penitenciario) y en otros se ven muy coaccionados a ello (beneficios penitenciarios que rozan los mínimos humanitarios, como poder cenar). Si contásemos todos los trabajos realizados en cárceles estadounidenses como un mismo empleador serían el tercero del país sólo por detrás de General Motors y WallMart. Una industria de mil millones de dólares. Dependiendo de la prisión y el puesto, ganan entre 23 centavos y 1.41 dólares la hora. Desde hace décadas los reos protestan por sus condiciones inhumanas, considerándose a sí mismos los esclavos del siglo XXI, y en estos días se han coordinado para ir a la huelga en 17 estados.

Una enmienda constitucional: la decimotercera enmienda de la constitución de los Estados Unidos prohibió “la esclavitud y la servidumbre involuntaria” salvo en un caso, "como castigo por un delito por del cual el ciudadano ha sido debidamente condenado”.

Un negocio: desde que se privatizaron, buena parte de las cárceles del país se gestionan agresivamente como un negocio. Llegan a acuerdos estatales por los que se garantizan un número mínimo de prisioneros, suban o bajen las cifras de delitos. Esto ha llevado, entre otras cosas, a cárceles públicas medio vacías que deben trasladar presos a las cárceles privadas (por lo que las públicas terminan cerrando) y también a un entramado sistémico que fuerza que nunca bajen los índices de encarcelación, por lo que indirectamente se persiguen y sancionan más delitos menores.

Falsa competencia: tal vez la baza más seductora con la que cuentan. Un preso, aunque sea alguien encarcelado por una pena mayor como posesión de drogas, no despierta demasiadas simpatías entre la población general del país. Pero explicando el conflicto que causa esta cláusula para el libre mercado y el resto de empresas pueden ganarse al público. Compañías con ánimo de lucro contratan a los presos por salarios muy inferiores al salario mínimo fabricando productos a bajo costo, por lo que las empresas que no se hayan ganado el acuerdo penitenciario están en clara desventaja competitiva. Estos empleos, además, crean dumping social: perjudican negativamente a los salarios de los trabajadores regulares de los gremios más precarios.

Ni forma, ni reinserta: mucho de su trabajo tiene que ver con el propio mantenimiento de la cárcel: cocinas, lavandería. Pero otros empleos van más allá. Algunos se dedican a limpiar carreteras estatales, a fabricar piezas de armamento militar, a trabajar en tareas que no son cara al público para Microsoft, Starbucks o McDonalds… se sabe que 2.000 presos trabajan como bomberos en California. El problema viene cuando los reclusos terminan su pena, intentan volver a las calles y descubren que su experiencia en los puestos de mayor especialización, como el de bombero, no les sirve de nada, ya que alguien con antecedentes no puede después optar a trabajos de cierto nivel.

¿Y en España? Aquí trabaja uno de cada cuatro presos. Ganan entre 2,59 y 4,51 euros la hora según especialización del puesto, cuando el salario mínimo más allá de los muros está en 5,76 euros la hora. Además de para la Administración también trabajan para algunas empresas privadas, y al finalizar su condena tienen derecho a cobrar una prestación por desempleo proporcional a los trabajos realizados. Siguen siendo condiciones de precarización y abuso por parte de los empleadores, pero algo que está muy lejos del sistema estadounidense.


Relacionado:

Box of sadness



Eat, sleep, work, repeat



El trabajo mata.


El trabajo mata. Extraído de la publicación "Aquí y ahora"


Me before work



Que un político honesto no te haga olvidar



It´s called Capitalism



Algunas buenas razones para liberarse del trabajo III

Se afirma que se han perdido muchos puestos de trabajo en la industria, pero que han sido nuevamente creados en otros sectores, tales como los sectores de servicios. Sin embargo, por una parte, se puede observar que esto ya no cierto, que se trata de una ilusión de otros tiempos. El desempleo ahora aumenta enormemente incluso en los sectores de servicios y, por ejemplo, la “New Economy” [“Nueva Economía”] que se nos había prometido con Internet nunca comenzó, pues se trata de sectores que emplean a pocas personas.



Algunas buenas razones para liberarse del trabajo II

El capital no es completamente opuesto al trabajo, pues el capital es trabajo acumulado. En esta medida, la acumulación de capital es acumulación de trabajo. O, más precisamente, de trabajo muerto, de trabajo pasado que crea valor, el cual bajo su forma dineraria es enseguida reinvertido en los ciclos productivos. Porque un propietario de capital tiene el interés de hacer trabajar lo más posible: si obtengo una cierta ganancia empleando a un obrero, obtengo el doble de ganancia empleando a dos obreros, y si empleo a cuatro obreros, si todo marcha bien, obtengo cuatro veces la misma ganancia.